Osamu Tezuka [editar]
Osamu Tezuka (1928-1989) fue también una figura clave. Era un estudiante de medicina que se vio obligado a trabajar en las fábricas durante la guerra. En abril de 1945, un día que descansaba de la fábrica, ve la película de Mitsuyo Seo Momotaro, umi no shimpei (Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares, 1943) que, según lo que anotó en su diario, le dejó impresionado hasta el punto de prometerse realizar algún día su propia película de dibujos. Con objeto de concretar este sueño, en 1961 formaría su propia compañía, Mushi Production.
Su primera obra, de carácter experimental, es Aru machikado no monogatari (Historia de un rincón de la calle, 1962). Con un trasfondo antimilitarista, los protagonistas son las paredes de una ciudad, testigos de una apasionada historia de amor entre el póster de un violinista y el póster de una pianista, romance que será interrumpido continuamente por los posters de un dictador. Con una duración de 39 minutos y un tono poético, Tezuka coordina el montaje y la dirección, contando en este último apartado con la ayuda de Eiichi Yamamoto (1936), procedente de Otogi Productions, y Yusaku Sakamoto, que venía de Toei Doga.
Series para televisión [editar]
La siguiente realización de Mushi Production fue una serie para la pequeña pantalla. La televisión comenzó sus emisiones en Japón en 1953, y las primeras muestras de animación que se televisaron procedían de Estados Unidos, con gran popularidad entre el público infantil. Toei Doga también se planteó la posibilidad de crear series de dibujos para la televisión, pero una entrega por semana suponía un trabajo demasiado pesado para ser rentable, por lo que abandonó la idea. En cambio, Tezuka, al frente de Mushi Production, decidió afrontar el reto que ello suponía, naciendo así la primera serie de la animación japonesa, con entregas semanales de 30 minutos.
El tema elegido fue el personaje de manga que el propio Tezuka había creado para aparecer periódicamente en una revista shōnen, el robot Tetsuwan Atomu. El laborioso trabajo que suponía hacer cuatro entregas mensuales se llevó a cabo por el sistema de animación limitada, que empleaba la menor cantidad posible de celuloide. En enero de 1963 se empieza a emitir la serie, que se ganó enseguida la aceptación infantil, llegando hasta un tercio de la audiencia. Tras ello, Toei Doga decide aprovechar el fenómeno y en noviembre del mismo año emite su Okami shonen Ken (Ken, el niño lobo, Sadao Tsukioka), según una historia original que en cierto modo se acercaba a la de El libro de la selva de Rudyard Kipling.
Janguru Taitei (El imperio de la jungla, 1966) es otra de las obras más conocidas de Tezuka, y la primera del medio que utiliza el color. Sin embargo, en aquella época la televisión en color era un lujo que pocos podían permitirse, por lo que la mayor parte de los niños tuvo que verla en blanco y negro.
Estas obras de Mushi Production para televisión consiguieron venderse a Estados Unidos, donde Tetsuwan Atomu fue rebautizada como Astroboy y Janguru Taitei como Kimba, El León Blanco, nombres con que más tarde saltarían a Europa.
Los robots gigantes [editar]
Gracias al éxito de las series de televisión de Mushi Production y Toei Doga, pronto surgió la competencia por parte de otras productoras. Cualquier género era susceptible de ser usado: deportes, fantasía, aventuras, series para chicos y para chicas,... Al igual que Astroboy, muchas de estas series se emitieron en el extranjero. Ya en la década de los 60 con el anime en blanco y negro de Tetsujin 28-gō, de la productora TCJ y basada en el manga homónimo de Mitsuteru Yokoyama (considerado el creador del género) comenzó el tema de los robots gigantes, serie que también se vendió a los Estados Unidos donde la titularon Gigantor, aunque no fue hasta principios de los años 70 cuando comenzó el auge de las series de robots gigantes con a Mazinger Z, basada en los personajes creados por Gō Nagai, a la que seguirían varias imitaciones.
Parte de estas series se exportaron, pero algunas de ellas resultaron problemáticas en países como Francia o Filipinas. También hubo series de carácter educativo basadas en la literatura occidental, algunas tan mundialmente famosas como Heidi, (1974), El perro de Flandes, (1975) o Marco, de los Apeninos a los Andes, (1976). De éstas, Heidi fue dirigida principalmente por Isao Takahata, mientras que el diseño y paisajes de las escenas corrió a cargo de Hayao Miyazaki. Incluso viajaron a Suiza para buscar paisajes reales que luego pudieran utilizar. La serie se emitió en Italia en 1976, pero muchos pensaron que se trataba de una serie italiana y no japonesa. Gracias a la serie Uchu Senkan Yamato (Space Battleship Yamato, también traducida como Star Blazers, 1974), la animación japonesa llegó a ser reconocida.
En su primera retransmisión no consiguió una repercusión destacada, pero sí en su segundo pase, y a partir de que se efectuase un remontaje para su exhibición en salas cinematográficas, que provocó que los jóvenes hicieran cola ante los cines desde la noche anterior al estreno, hecho que fue recogido por todos los periódicos del momento como fenómeno sociológico. El creador de los personajes de esta serie fue Reiji Matsumoto, y gracias al éxito de Yamato, otras de sus obras fueron adaptadas a la pantalla. De éstas, la más popular fue Galaxy Express 999, cuyas adaptaciones para el cine, realizadas por Rintaro comenzaron a estrenarse en 1979.
El motor de las historias arrancaba de una máquina de tren a vapor que, en el futuro, emprendía un viaje a través de diversos planetas, siguiendo la idea del poeta y autor de cuentos infantiles japonés Kenji Miyazawa (1896-1933) en su Ginga Tetsudo no yoru (Tren nocturno de la vía láctea). La imagen de la locomotora surcando el espacio era el lazo de unión entre las historias.
En 1979 se emitió la serie de robots gigantes Mobile Suit Gundam de Yoshiyuki Tomino (1941), pero no consiguió gran audiencia. No obstante, la alcanzó en su segunda emisión, llegando también a montarse ediciones especiales para su estreno en salas de cines (7 películas entre el año 1981 y el 2002). De la saga Gundam se emitieron hasta seis series distintas. Se vendieron perfectamente todo tipo de juguetes y reproducciones de robots inspirados en Gundam.
El formato OVA [editar]
El formato OVA (Original Video Animation) tuvo su punto álgido a comienzos de la década de los 80. Se trataba de producciones lanzadas directamente al ámbito doméstico, sin haber sido emitida previamente por televisión o estrenada en cines. La mayor calidad juntamente con la situación económica de Japón hizo que este formato compitiera con las series televisivas que los fans se daban el lujo de comprar.
El primer ova fue el de Dallos realizado en diciembre de 1983. Era un anime de ciencia ficción que fue fruto del pionero esfuerzo del estudio Pierrot, que se aventuró en este nuevo y desconocido mercado.
Finales del siglo XX [editar]
Las décadas de los 80 y 90 trajeron coinciden con la irrupción a gran escala del anime en occidente, entre cuyos principales exponentes estarían series como Dragon Ball (basada en el manga homónimo de Akira Toriyama), Saint Seiya (Los Caballeros del Zodiaco), Capitán Tsubasa (Oliver y Benji o Supercampeones), Rurouni Kenshin (El guerrero samurái o Samurái X), Slayers (Rina y Gaudi o Justicieros), Neon Genesis Evangelion (del director Hideaki Anno), Marmalade Boy o Kimagure Orange Road, Ranma 1/2 de Rumiko, que permitieron el redescubrimiento del tema en occidente y que en muchos países abrieron el camino a la creación de culturas otakus propias. Así como también la masificación de las cicas mágicas como Sailor Moon y Magic Knight Rayearth.
Inicios del siglo XXI [editar]
Una parte considerable de los mangas de éxito en Japón acaban en la actualidad con su versión en anime, ejemplos claros de los cuales son series como Bleach,Inuyasha, Naruto, y Fullmetal Alchemist, entre muchas otras. Empiezan a ser menos frecuentes las series de anime originales (en el sentido de no estar basadas en manga) además de darse mucho menos el caso de manga creado a partir de un anime.
Además, el terreno preparado en occidente por las series de las décadas anteriores ha permitido que gran parte del anime creado sea traducido y distribuido en los mercados de todo el mundo. En los últimos años surge además en occidente, de la mano de las culturas otaku de la década de los noventa, gran cantidad de grupos y fansub que se encargan de distribuir por internet muchas series de anime (y mediante escaneos también los mangas más conocidos) Esto es a la vez causa y consecuencia de la creciente distribución del anime fuera de Japón, puesto que muchas series ya cuentan con renombre antes de ser licenciadas y traducidas, lo cual permite su más fácil exportación.[cita requerida]
Incluso la otrora todopoderosa Disney ha apreciado las producciones japonesas como producto comercial de calidad. Su distribuidora Buenavista obtuvo los derechos de distribución en cine de las películas del estudio Ghibli, del cual han salido muchas de las mejores obras que Japón ha dado al mundo de la mano de Hayao Miyazaki. Su éxito ha sido muy grande, tanto que la película de animación El viaje de Chihiro recibió en el 2002 el Óscar de la Academia a la mejor película de animación, premio que jamás una película japonesa de animación pudo ganar.